26 julio, 2007

ESPARDEÑAS Y PEROL TRENCAT – LXVII

La lupa es un cristal muy grueso, tanto, que caben muchos dentro. Los que tienen poca vista, echan mano de ella con la esperanza de ver las cosas claras, aunque algunas ya las tengan. Es el caso de Zapatero y Teresa, la vicepresidenta, que andan con sumo cuidado fijando toda su atención en la Comunidad Valenciana. Ambos, usan el mando a distancia, pues siempre nos han querido ver de lejos. La docilidad del virrey Pla, un “angelsiseñor” cualquier, sólo les sirvió, a Zapatero y a Teresa, para ganarse los favores de Carod Rovira, al que por cierto sólo le pagaron parte de la cuenta: la que necesitaban para gobernar y hacer lo que les viniera en gana. El resto fue papel mojado. Roma no paga a los traidores, reza en los libros de historia, de la que sólo sabemos, dicho sea porque viene a cuento, la que ahora nos quieren contar; pues no es cuestión de memoria, sino de actualidad, eso que llaman lo “políticamente correcto”, o “educación para la ciudadanía”, que es lo mismo pero en versión Light.

Las amenazas de ETA es lo que más preocupan a los españoles, según nos dice el barómetro del CIS. Ese aparatito que mide la presión que respiramos, cada vez más tensa. El problema ha pasado del cuarto puesto a la cabeza del pelotón, por lo que cada vez necesitamos más un casco. El sprint viene dado como consecuencia del fuerte esfuerzo tras el proceso de paz que nos ha dejado a todos agotados. Menos a los etarras, que cada vez tienen más trabajo al que se dedican con denuedo.

Algunos consideran al proceso de paz como un estrepitoso fracaso, y otros ven en él un engaño, que sirvió para ilusionarnos, utilizado por un político nefasto, ciego e incapaz de ver la realidad. Rodríguez Zapatero, no debió leer a Murphi: “Cuando le parezca que las cosas van mejor, es que algo se le pasado por alto”. Lo bien cierto es que la gestión del Zapatos sólo ha dado fuerzas a ETA, parcelas de poder a Batasuna, y la propiedad de la calle a la kale barroka: otra vez por sus fueros. Antes la pedía para sí Fraga Iribarne, pero eran otros tiempos y aquello estaba mal visto. Incluso a muchos les parecía mal: los que ahora callan ante la barbarie, por ellos alimentada, de las ikastolas vascas. Eran aquellos los tiempos de la inexistencia de la “educación para la ciudadanía”, que algunos dicen que nos hará ver las cosas más claras y hasta ser mejores. Veremos en que queda. “No hay porque preocuparse, si las cosas van mal, con seguridad irán peor”, dice Murphi.

Zapatero, nuestro Presidente, que lo es cada vez más de él solo, advierte a la Conferencia Episcopal que ninguna fe puede imponerse a las Leyes en un sistema democrático. La amenaza es algo así como decirle a la cuestión de conciencia, váyase a la merdé. Ignora el pícaro, que ni la democracia, ni la tolerancia, son los valores que tanto necesitamos en una sociedad que aprendió la frase de ese es su problema y arrégleselas Vd., pero tuteando, ¡allá te las apañes! La democracia es un sistema de elección y tras la tolerancia sólo está la prepotencia de quien se cree con la facultad de tolerar. ¡Cómo va a extrañarnos con estos seudos valores, el desprecio del Zapatos a las victimas del terrorismo!. Su único objetivo fue el de dividirlas, y lo único que consiguió es que una parte de la población sintiera aversión por ellas.

En el seno del PSPV se va a debatir la retirada de País Valenciano en sus siglas de partido, lugar que no le corresponde. Ni por aporte cultural ni por la historia de nuestro viejo reino. Historia tan manipulada por la izquierda valenciana como salvajemente humillada por quienes la desconocen fruto de su acomplejada ignorancia. En un estado laico, los colgajos sacramentales no tienen ningún sentido, y más si cabe, cuando el pueblo valenciano está alejado de ese dogma falso, sectario y desleal. Bueno será para todos, en aras de una mejor convivencia, que los socialistas suelten amarras, enjuaguen sus bocas de léxicos que nos son extraños, y se liberen de mimetismos innecesarios origen de su falsa intelectualidad. Al menos ya han visto la luz. Ahora, sólo les falta que la alcancen.

Estamos metidos de lleno en una semana con sabor ilusionante, ante la confirmación y firma de contratos para que convivan en nuestra ciudad la Formula Uno y la Copa del América. La triunfal ceremonia tendrá resonancia internacional y las listas de boda se ofertaran por todo el mundo. Qué poco queda de aquella Valencia provinciana ignorada por muchos, y con el único reclamo de nuestra naranja, por desgracia olvidada en los campos. Aunque expectante a los nuevos mercados en el sector de la locomoción, en el que ya se han hecho pruebas con resultado satisfactorio. En cambio, las colas siguen cada vez más largas y se extienden por las calles próximas a cualquier oficina gubernamental donde obtener el documento que acredite nuestra identidad. Modernidad y tercermundismo van de la mano, como algo natural y sin que nadie quiera acabar con ellas. También Dios escribió con renglones torcidos perdidos por los vericuetos del alma, algo así como esas hileras humanas, rendidas y exhaustas, que se extienden por las aceras urbanas sin saber a quien pedir auxilio: si al Delegado del Gobierno en ejercicio no sabemos cómo, o si a Dios, en la actualidad cuestionado por muchos.

Como todo son buenas noticias, guardémoslas en nuestro Perol. Eso si, con intenciones festivas, pues ya tendremos ocasión de celebrarlo en otros dos años más por delante. Que junto los que llevamos a cuestas, han puesto a Valencia en todo lo alto, lo que sin duda habrá producido retorcijones de estomago a más de uno, para quienes los hechos jamás son tozudos; salvo los que se inventan o manipulan, pues como decía el torero: ¡en este mundo hay de tó!.

19 julio, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - LXVI

Hacienda somos todos, pero algunos quieren escaparse por el foro, ajenos a la familia de la que huyen y con la que nada quieren repartir, salvo todo lo que puedan extraerle. Las “Agencias Tributarias Propias” se han convertido en el mejor regalo para los aficionados a los juegos nacionalistas, tan de moda, en detrimento del papá Estado, al que quieren absorber. Desean crear un puzzle federal, que bien pudiera resultar pequeños reinos de taifas, pero en versión republicana. Al Estado se le abren vías de agua cada vez más vomitivas, y sin capacidad de reacción, a la vista del talante de quien dirige la nave, que pese a sus órdagos, navega a la deriva. Aquello de que Hacienda somos todos es en la actualidad una foto digital creada en un photosop pirateado por los manteros con su falsa mercancía en la calle peatonal. Quizá es que Zapatero confíe en ellos, en el deseo de satisfacer su promesa electoral (tan incumplida como olvidada) de entregar un ordenador a cada dos estudiantes de nuestro mundo escolar comprado a precio de ganga.

Estamos en tiempos de los ajustes salariales y los alcaldes se dedican a ello con fruición. Los acuerdos son inmediatos, porque su estela alcanza hasta el último edil de pleno municipal, por lo que no hay razón para oponerse. Esta es la gran virtud de la democracia, que cuando todos están de acuerdo, ya no hay tiempo que perder, salvo el erario municipal que se recuperará con los impuestos recaudados gracias a la inhiesta honra del respetable ciudadano hace poco mostrada en las urnas. Dicen los que pactan los jornales, que a los salarios hay que subirles el IPC anual más unas pocas decimillas, por aquello de ganar la batalla (eso sí, muy lentamente) al poder adquisitivo. Pero eso reza sólo para los trabajadores por cuenta ajena. Los concejales, los que rezan y los que no, son por cuenta propia, por lo que el pacto no va con ellos.

Tan importante cuestión, no ha supuesto picazón por el momento, pese al inmenso calor que nos asola y que ha producido la presencia de medusas al acoso y derribo de los bañistas que resulta ser, también son ciudadanos. En su albina transparencia nos cogen desprevenidos, nos acarician con suaves movimientos, con mimo y sin ningún tipo de oposición, y… a rascarse toca. Sólo nos queda la ilusión de unas horas de playa gozando de la brisa que nos envuelve, recordando haber pasado por las urnas municipales para elegir a nuestros munícipes cada vez mejor remunerados.

Esperemos pues, que los pegajosos celentéreos plieguen sus sombrillas y desaparezcan de nuestras costas, tal y como se ha descompuesto el “Compromis”, nuestro aspirante a tripartito, que andan echándose los trastos a la cabeza unos a otros como vulgares trileros, cuya cátedra dominan. Y pese a su debacle electoral, piensan, en cómo y de que forma volver a la caza de incautos fáciles de engañar, empeño en el que no cesarán con su habitual estrategia de siempre, tan infame como falsaria, acorde con su ancestral costumbre agazapada en sus entrañas, y en la que a veces fenecen. Como es el caso de Gloria Marcos: al borde de la asfixia fruto de su propia miseria.

El chapapote flota otra vez sobre el litoral español y esta vez más cerca que nunca, sobre nuestras mediterráneas aguas. La marea negra es sucia, maloliente, pegadiza y con la intención de hacer daño allá donde se mece. Pero pese a ello, es aprovechable y hasta rentable para algunos. Se puso de moda en Galicia, cuando se paseó por la pasarela cantábrica dejando frutos para los aficionados a ríos revueltos y ganancias ciertas, ávidos de sacar provecho ante cualquier contingencia a la que siempre están alerta. Y como dio buen resultado, la pesca de cabotaje se repitió en aguas del Estrecho, como ahora en las de Ibiza. Nada mejor que politizar la tragedia fruto de los irresponsables que transitan por las aguas, en lugar de impedir la navegación a quienes no ofrezcan todas las garantías. Y es que la política necesita de ese perfil sucio, asqueroso y pegadizo del chapapote como los peces buscan las aguas limpias tantas veces escasa. Así es como se fragua un nuevo deporte nacional en el que todo vale, sin reglas fijas, desde el golpe bajo, al insulto personal: en el que participan complacidos quienes gustan de navegar por recodos pestilentes con los remos de la ignorancia.

Ya tenemos un nuevo Centro Comercial en nuestra ciudad, uno de esos que llaman “grandes superficies” y esta vez el aire libre, en el viejo río Turia. La policía ha incautado en sus “mostradores” cerca de 4.000 objetos, entre ellos comida, a los muchos puntos de venta sobre el césped cada vez más sucio, y cada vez menos verde. El negocio es todo negro, me refiero en lo mercantil, y su futuro de fuertes nubarrones: A no ser, claro está, que alguien rompa la inevitable tormenta y ponga remedio a tanto desenfreno. Nadie quiere responsabilizarse, y sería bueno, que una vez al menos, las “fuerzas vivas” de nuestra ciudad se pongan de acuerdo y nos den un buen ejemplo, al menos en esta ocasión.

Cosa que sí han hecho en la “zona residencial”, bajo el puente de Ademuz, que por la acción policial a la que ha dado fe un notario, los inmigrantes, allí alojados, se han dispersado por la zona dejando sus enseres, que por cierto no eran de ellos. Lo que no sabemos es si la escampada será con intención turística o cultural, para visitar nuestra ciudad. El problema es enojoso y la solución complicada; esperemos, al menos, que los perjudicados sean los menos, porque cuando un mal se esparce, es peor el remedio que la enfermedad.

Quienes no aceptan las órdenes son los bañistas en las playas, que pese a las banderas de peligro y las olas traicioneras, meten sus panzas al mar. Las Cruz Roja trabaja a marchas forzadas, contra vientos y mareas, y las multas hacen acto de presencia a quienes prefieren hacerle un regate a la muerte como si estuvieran en la calle de la Estafeta queriendo engañar al toro. Tal y como hacen los navarros, que por lo visto no se ponen de acuerdo después de un mes de negociación para ver quien les gobierna. Y eso que pertenecen a una sola provincia, cuyo viejo Reino, algunos por lo visto, prefieren ignorar.

Estamos en verano con fiestas por doquier. Al Perol la buenas intenciones, arriba las cucañas, y a disfrutar con ellas. Con la esperanza de que abunden y seamos más felices. Qué así sea.

12 julio, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT – LXV

Una vez pasado el verano el cambio de hoja es inevitable y aquel brote de la primavera lleno de vida, ya travestido en su otoñal tono rojizo, se postrará sobre la tierra para ser usado como cieno. La andadura es irreversible; y sólo los que quisieron ser hoja, siempre a merced y protección de un tallo protector, serán victimas de sus propias tribulaciones. No sucede lo mismo con las fuertes raíces arraigadas a la tierra a la que fortalecen, y que en su reciprocidad se alimentan.
Ignacio Pla, que quiso ser hoja volátil para airear su vanidad navegando por los vientos del fracaso, cuando le ha llegado su otoño, ha obviado los vientos que le azotan y prefiere aferrarse al cargo. No ha caído en el detalle, de que por ser hoja, también las del almanaque llevan la cuenta atrás de los días que faltan para terminar el año, o... pudrirse en el barro. ¿Cómo esperar de la frágil hoja un atisbo de dignidad? Demasiado para Ignacio Pla.

Queda aún todo el verano para la caída de la hojarasca zafia pero Zapatero ha querido mover el árbol y ha mandado un aviso al sobrero porque las cosas están ya muy claras. El talante de la falsedad y el de la mentira, junto al del olvido, intencionado o no, nunca hicieron migas, y el resultado está a la vista. El Zapatos, que jamás movió un dedo en beneficio de Valencia, ha dado un puntapié al aire provocando cambios mirando hacía nuestra Comunidad. El arrebato, no ha sido flor de un día, porque desde la debacle electoral de Mayo el Ministro de Administración Territorial Jorge Sevilla ha ejercido de Adelantado en la estrategia socialista a la que se ven tan necesitados. Jamás en la política española un cambio ministerial tuvo tanto tufo a valencianía como en esta ocasión, y pese a ello, el resultado está cantado. Ignacio Pla al Senado español, como pago a sus servicios, y los socialistas valencianos esclavos de su mimetismo catalán que, por su vasallaje ancestral o su incultura permanente, no pueden desprenderse.

Quien no debe estar tranquilo y durmiendo mal es Jorge Sevilla. Conocedor del resultado de las apuestas personales de Zapatero piensa si él será la regla, o quizá la excepción. Demasiado lastre para su cuerpo: Maragall, Sebastián, Simancas, Alborch. Sólo le quedará la opción de callarse, porque si habla, verá en sueños a Nicolás Redondo, Rosa Diez, Múgica, Buesa, Gotzone Mora, o tantos otros que disintieron y denunciaron las desvergüenzas del Presidente del Gobierno español. Sólo le quedará la esperanza de confiar en el tiempo, que tantas cosas soluciona.

O como aquel teléfono de la esperanza, lugar al que se recurría como solución de nuestros males, igual los del alma como los del cuerpo. Ahora, lo ha sustituido en parte la sangre humana, a la que se recurre encerrada en los cordones umbilicales que será útil en beneficio de los que padecen leucemia, tengan carencias en su sistema inmunológico o la puedan necesitar para combatir ciertos tumores cancerosos. Se trata de hibernarlos en nitrógeno líquido a 200º bajo cero cuya utilidad sirve por tiempo indefinido. La cosa pinta bien y es que cuando la ciencia se aleja de la política todos podemos dormir un poco más tranquilos, sin tener la preocupación de Jordi Sevilla si será uno más en una lista cada vez más larga acumulada por quien sabe qué resbalón.

En estos días, nuestro Gobierno valenciano anda ocupado en restaurar el segundo escalón ocupándolo con nuevos cargos, llamados los de confianza. Hay quienes ven en ello el amiguismo y la envidia florece, pues siempre lo hace en cualquier estación del año. La cuestión es compleja, porque ante una mala elección hay quienes ambicionan la escalada. Será cuando la piel resbaladiza del amarillento plátano, oculta a los ojos descuidados de quien lo encumbró, y tan útil, haga acta de presencia y tras el demarre traicionero le deje con el culo al aire. El segundo escalón es el de la profesionalidad que nada tiene que ver con lo político, pero ambos están tan juntos que lo más fácil es resbalar dando vueltas sobre si mismo según obliga la Ley de la Gravedad, que para eso está.

Trescientos nuevos vehículos dotados con GPS se han puesto a disposición de la Policía Nacional para vigilar nuestras calles procurando que no haya tumultos, menos claro está, los de las largas colas de súbditos en busca de un carné, en las que se pasan horas y horas con cara de tontos hablando mal del Gobierno. Con lo fácil que sería dejar un formulario en un buzón de cualquier Comisaría, más dos fotos a todo color y recibir el carné a los pocos días en el buzón de tu casa. Y no sólo desaparecerían las largas y cansinas colas sino que también bajarían las del paro. En cambio todo el sistema queda a merced de una aplicación informática siempre colapsada y lenta, para desespero del funcionario de turno que ya no sabe qué hacer.

Zapatero añora a José Bono y le ofrece la próxima Presidencia del Congreso. O sea, quiere quitarse de en medio a Manuel Marín, pero no se atreve. Algo le habrá hecho el Presidente al de la Moncloa, quien de esta guisa, nos enseña un nuevo matiz de su talante, ese del que tanto presume.

Ante tanto movimiento, sea o no debido al calor del verano, estemos atentos para llenar nuestro Perol de tanto chanchullo. Como no nos faltarán las sobras, lo tendremos bien fácil. Seguro que lo llenamos.

05 julio, 2007

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT –LXIV

La otrora España, líder de hazañas individuales tanto en el mundo del deporte como en otros campos de la ciencia y de las artes, cuyas gestas alcanzaron cotas de gran popularidad, se destaca ahora del resto del mundo por el consumo de la coca. Que es cosa de narices: lo que ya tiene su guasa. Somos los abanderados de la dañina droga, según nos advierte la ONU. La cuestión es para preocuparse porque ataca al sector más débil y también más engañado de la sociedad, cuando en realidad de lo que se tramaba era de adormecer sus mentes, preparándolas para el todo vale con falsos diseños de modernidad. Habrá que reconocer y también lamentar que a fe lo consiguieron. Pero no con la que mueve montañas que pese a su actual descrédito está por ver quien la mejore, pese a la nueva asignatura que el Gobierno nos pretende inculcar hecha en los laboratorios de lo políticamente correcto. Quizá, la razón esté, en el gran cambio experimentado en los últimos treinta años sin orden ni concierto, donde el “y nosotros más” ha sido el principal santo y seña de una marcha hacia delante navegando por el filo del barranco. Para ciertos sectores de la sociedad, tan progres como caducos, el consumo de droga fue señal de libertad, siempre dados a nuevos experimentos y cuyos resultados actuales nos describe ahora la ONU.

Sin embargo, aún hay quien considera de suma utilidad los designios del Señor, como el juez de Alicante que ha invocado a Dios pidiéndole ayuda en su trabajo. O al igual que los marinos de la America Cups que piden al viento que venga a empujarles. Lo que no sabremos es si Dios, o el viento, saben de colores y tomarán partido por unos o por otros aunque lo más seguro es que no los abandonen a su suerte, pues siempre habrá “alguien” que lo remedie.

Ha pasado un largo año y parece que fue ayer; lo que fue inicialmente un desastre nacional continúa siendo igual: las colas del verano para sacar el pasaporte siguen en su sitio aunque un poco más largas. Es muy difícil de comprender, que cuando la alta tecnología está al alcance de todos los españoles en el interior de sus viviendas conectados a Internet para hacer más rápida cualquier gestión, no suceda lo mismo en los despachos del Ministerio del Interior a cuyas puertas se forman colas tercermundistas de ciudadanos deseosos de un carné, condición ésta que pierden cuando se ven obligados a iniciar largas colas antes de que salga el sol.

Ya estamos en Julio cuando se inician las vacaciones. Suben los calores y la hipoteca sigue subiendo cada vez más cerca de las nubes; lo que provocará una fuerte insolación a quienes abandonan la ciudad hacía lugares de veraneo. Mal pintan las cosas para los que se deciden a veranear amenazados por los números rojos que ya no asustan a nadie. Dicen las Agencias de Viajes que el esfuerzo que se necesita para ser turista es cada vez mayor, así que lo mejor será conservar la energías quedándose en casa paseando por la brisa gratuita del Puerto lleno de visitantes que vienen a vernos. Y es que mientras unos van y otros vienen, los que se benefician son los de siempre, acostumbrados a vivir de los créditos cada vez más numerosos.

A los disparos de mosquetes y cañones, salidos a las calles desde los museos valencianos o de los corazones amantes de aquella epopeya nacional, hemos presenciado en nuestras calles el recuerdo de la reacción valenciana a la ocupación francesa de hace dos siglos que se cumplirán exactos el próximo año. Aquel acto patriótico, como el actual de su recuerdo, debiera de hacer pensar a tanto mercachifle nacionalista cuya única bandera es la de vivir del cuento. El hábil emperador, con su engaño, se apoderó de una tierra a la que tuvo que renunciar porque en todas las regiones de nuestra piel de toro surgió el orgullo herido del que manaba sangre española sin que hubiera una vena seca.

Los gestos de la ostentación son siempre pasajeros porque van con el sillón tapizado de viejo cuero y de maderas nobles, que aunque incomodo sólo sirve para que el ocupante se sienta más importante. Son como emblemas de humo de una locomotora en marcha que cuando se olvida en el rincón de los desechos, desaparecen, y son tan falsos como el aire que los guía, que cesan con el cargo.

Sin embargo, hay gestos que van en la naturaleza humana desde el día en que uno nace, muy propios de los de buena crianza. Son algo así como un tic marcado a fuego, lleno de orgullo y huérfano de complejos. Paco Camps, que cuando acude al viejo Mestalla ocupa su silla de siempre, evitando el palco Vip a cuya ostentación acude tanto acomplejado, ha jurado el cargo con su Biblia personal de toda la vida. Son estos los gestos que denotan la grandeza de la sencillez con los aderezos de una elevada personalidad.

La Copa del América, que ha llevado a Valencia a las primeras páginas de todo el mundo, ha supuesto el mejor impulso para la ciudad. Sus logros han superado todas las expectativas, y todo parece indicar que se queda con nosotros para otra nueva edición. En todo caso, lo que está claro, es que aquello de “Valencia vive de espaldas al mar” es pasado, y la estupenda dársena del Grao nos llena a todos de orgullo y satisfacción por todo lo que ha supuesto cada vez con mayor proyección. Su mejor contribución, como uno más de nuestros ya muchos emblemas, ha sido darle mayor auge al turismo nacional e internacional, que si siempre pasó de largo por Valencia y tantas veces sin apearse, ahora nos vienen a conocer desde cualquier lugar del mundo.

En esta ocasión, alcemos nuestro Perol no solo como señal de fiesta y alegría sino también como agradecimiento. Sobre todo a quienes han venido a vernos que han superado el millón de personas en sólo seis meses, y que sin ninguna clase de duda volverán a visitarnos.