31 enero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCIV

La mentira es como una costra ruda, inodora, de aspecto suave a veces, que extendiéndose a fuego lento va tomando forma en los cuerpos acomplejados con la intención de fijar su residencia el mayor tiempo posible. Y no le importa ser descubierta, porque en su insistencia, sabe tomar, a finas láminas, nuevas formas que cogen cuerpo y se adhieren a si mismas como una segunda piel, o las que hagan falta, como una tercera dimensión sin lindes y proyectada hacia el infinito.

La mentira es una auténtica costra pegada a una herida que se alimenta intermitente por la calenturienta envidia hacía todo lo que a uno le rodea, o cuando en su evolución más infame, toma cuerpo el odio sanguinolento hacia todo lo que se desea, pero que nunca podrá tener a su alcance.

La mentira del comunismo internacional nacionalizado en España con el “partido”, entiéndase el PCE, en aquellos años de la transición hacía una libertad por la que dicen ellos que lucharon, se vio después descubierta al caer el muro de su infamia. Y fue cuando se vio obligado en su habitual escenario de baile de disfraces a buscar uno diferente, entre los muchos que había ante un amplio vestidor de prendas de diseño, pero con tintes de estafa que ya a muy pocos podían engañar.

Nació así Izquierda Unida, con matices “verdes” o “ecológicos”, con embozos de noche oscura, con antifaces de fiestas en el parque de cualquier domingo mañanero, con máscaras entre bambalinas teatrales, apoyada por las mentiras de un cinematógrafo sucio y mugriento, dispuesto al forraje de la más necesitada subvención.

Izquierda Unida, más que unida condenada a fundirse hasta su desaparición, sólo le queda el recurso de las luchas internas en busca del botín, en las que como los rosarios de la aurora recurren ante los tribunales de su propia Inquisición.

Los nacionalismos, tanto el vasco como el catalán, que ven en los tribunales institucionales su mayor enemigo, siempre se nutrieron de una soflama permanente viendo en las críticas a sus acciones partidistas el ataque al conjunto de sus regiones respectivas. Ambos nacionalismos se han convertido desde sus mentiras en la mayor amenaza para la democracia española, cuya principal defensa debería ser contra el engaño permanente de aquellos.

La Barcelona que buscaba y encontraba parcelas de libertad junto al bohemio libertinaje de los años setenta, se ha convertido en la del pensamiento único que ignora a quienes se dedican a pensar por ellos mismos: los liberados de las mentiras que fluyen desde los emisores de la Generalitat Catalana hacia las antenas de los que sin embargo prefieren ser sus esclavos. La nobleza y gallardía del pueblo vasco de los años setenta ha sido sustituida por la mentira permanente alimentada con la gasolina encendida de un odio hacia España, transformado el engaño en la metástasis que sirve para destrozarse a si mismos, sin que el Gobierno Vasco esté dispuesto a combatir el mal, sino más bien a engordarlo.

Dije en alguna ocasión, que los dos grandes males que nos asolan, los estandartes de las dos Españas machadianas que siempre florecen cuando a la izquierda les conviene, están, en el fondo, en esa derecha que dice defender al obrero y nadie se lo cree, mientras que la izquierda dice lo mismo y son muchos los que sí se lo creen. Males difíciles de arreglar mientras determinados complejos indelebles no se superen. Las dos Españas, arteramente separadas y manipuladas, porque a los ríos revueltos los del izquierdismo manipulador siempre sacaron su beneficio, y que no la prefieren unida. La utilizan como les conviene, como hacen con Antonio Machado que si siempre fueron dos hermanos, ahora pasados más de treinta años, sólo mencionan a uno.

Si la mentira es una gran patraña, en la fiscalidad encuentra su mejor acomodo en los instantes previos a la jornada electoral. A aquella acuden los partidos ante las elecciones confiados en que con la compra de votos, el mundo estará en sus manos. Caído sobre ellas con la misma facilidad que lo hace el higo pansido sobre la tierra a la que se somete, hundido en el légamo por su propia fragilidad. Recurren pues a la calculadora con suma frecuencia, como a la magia en la propuesta de rebaja en un IRPF ya exento para muchos. La paga extra de 400 euros para todos, se convierte en una mentira más del Zapatos, porque la ventanilla estará cerrada para quienes están exentos del impuesto dispuestos a vender su voto. Caciquismo decimonónico que como el Guadiana, hace acto de presencia en los inicios de este siglo en el que según nos dice Bono la lucha de clases pertenece al pasado.

Oír esto de labios de Don José Bono y a Pepiño Blanco arremeter contra los “capitalistas pizarros” más parece alimentar el deseo de liar al personal que otra cosa, aunque sea del agrado de quienes en su ignorancia y anclados en el pasado no pueden soltar amarras de su inquina al burgués

Algunos de los de la farándula y del mundo de la canción, los correligionarios de siempre, han firmado un manifiesto en contra de la sentencia firme del Tribunal Supremo que obliga a proteger las ruinas del “teatro romano de Sagunto” de los garras depredadoras de unos memos, que lucen el halo iluminado de una supuesta intelectualidad. La que más parece la cutre y obligada cantinela de siempre, propia de los que pertenecen a un mezquino banderín de enganche dispuestos a actuar las veces que haga falta. Los que están siempre dispuesto al más glamoroso sarao del despilfarro, como también a lucir su palmito en cualquier enfervorizado mitin de las mentiras, en la más desvergonzada de las levas y siempre de acuerdo con un guión rancio en el tiempo, por lo gastado y falso.

Al Perol con tanta mentira de quienes en ella ven su única forma de medrar manipulando a la opinión pública para conseguir su voto utilizando un nuevo talante. Nada nuevo por cierto, más propio de quien pasara a la historia llamándose “El Tempranillo” utilizando al pueblo que él decía defender.

24 enero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCIII

Aquel viejo sabio calderoniano, de andar pausado, cuyo mayor consuelo fue ver asombrado que otro sabio recogía las hierbas que él mismo iba dejando a lo largo de su camino, debió de ser un hombre cuyo mejor patrimonio fuera el verse investido de una bondad infinita, a la que sin duda se unía una inmensa sencillez. Quizá pensaba en su interior, afirmando sin aspavientos y bien consciente de ello, que él, lo único que sabía era que nada sabía; mas ésta es otra historia nada que ver con la del poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro Español. A tal conclusión llegó Sócrates, el filósofo griego, cuya oratoria fácil y sugestiva era capaz de persuadir sin ninguna dificultad a sus muchos oyentes, siempre tan alucinados como después cautivos. Uno de sus discípulos llegó a la firme determinación de que el mal estaba en los hábitos y costumbres de la época, mientras que el bien residía implícito en las personas. El tal discípulo fue el creador de la escuela cínica, a la que muchos se matricularon con gran alborozo. Éste habito persiste en nuestros días y el cinismo llena las aulas de nuestras vidas, cuyas listas de espera cada vez son más extensas.

El cinismo pues, cada vez más incrustado entre nosotros, ya no nos sorprende y sus hijos siguen creando escuela. El otrora alcalde elegido a dedo en los tiempos franquistas y luego tantas otras cosas más, Cipriano Ciscar, el autor del genocidio cultural de un enterramiento arqueológico, nos invita en estos días “al necesario consenso para que Sagunto no sea escenario de enfrentamientos.” Y con su pelo ensortijado me lo imagino vestido de túnica blanca, luciendo un halo imaginario, fiel al discípulo de Sócrates y con la nota más alta de cinismo jamás alcanzada. Decir que no quiere enfrentamientos y escucharlo de su boca –al causante directo del conflicto- no solo provoca estupefacción sino la más firme convicción de que el cinismo alcanza en él, su cima más elevada. Su desvergüenza defendiendo acciones condenadas con rotundidad por el Tribunal Supremo es tal, que no tiene parangón, y de ser un hombre con decoro, mejor sería que estuviese callado liberándonos de escuchar de sus labios tan cínica invitación.

El cinismo vive momentos de esplendor previa la jornada electoral, y ahora, la izquierda, de forma sibilina se está haciendo pasar como que es monárquica respetando a la Corona, sólo para atacar a la derecha a la que acusa de que estar contra Juan Carlos. Para tal fin, insiste en llevarla hacía una posición de extrema derecha que tanto necesita, y con ello seguir manipulando a la opinión pública a través de su extensa sinfonía de colores en los medios de comunicación, puestos a su alcance.

Y en lugar de preocuparse de Rosa Diez, a la que han vilipendiado con la peor saña, la exeurodiputada socialista que se atrevió a poner el dedo en la llaga denunciando tanto las mentiras como el entreguismo de Zapatero en una de las páginas más negras del socialismo español de los últimos años -enriquecimientos personales aparte-, tratan ahora los “socialistos” de rentabilizar que Alberto Ruiz-Gallardón, el alcalde de Madrid, no figure en las listas del Partido Popular al Congreso de los Diputados. En su constante manipulación de siempre, su impronta más legendaria, no cesan, y recurren al cinismo impregnado en sus carnes, de cuyo concurso no pueden desprenderse.

La campaña electoral es la que manda y marca el guión de la gran farsa dispuesta para el engaño ante la hora de depositar el voto. A la sombra de la sede del Partido Popular en la calle de Quart y bajo los árboles centenarios del Jardín Botánico, justo a su lado, la Vicepresidenta del Presidente, la autora de la firma de la derogación del trasvase del Ebro arremete contra Manuel Pizarro, a quien acusa, según ella, de estar también en contra del trasvase. La pimpolla de colores vivos y flequillos lanceros no es que practique el cinismo electoral, que bien pudiera en parte justificarse en estos días previos a las elecciones, sino que lo tiene incrustado en sus adentros y lo utiliza haciéndonos creer que siente algo por Valencia, a la que tanto ignora, y que al igual que su Presidente, ha despreciado tantas veces. Ahora, nos anuncia una “dársena per a tots”, en una proclama que en su boca, más parece un puro esperpento. O como en la “Guía de Campaña” del socialismo español, cuando afirman con gran desvergüenza, que el Partido Popular, “arrogante, autoritario y provocador” utiliza el atentando del 11-M para “apuntalar su victoria electoral”, olvidando cómo llegaron al Gobierno. Cinismo en su estado puro: esencia más genuina del insaciable izquierdismo manipulador de siempre, berroqueño, tan del agrado de sus más fieles y adoctrinados seguidores, incapaces del más simple discernimiento.

La dosis de cinismo en el PSOE es inagotable y desprenderse de él, que de forma indeleble se viste, es un imposible. El Ministro de Justicia, el rockero Fernández Bermejo, nos dice “ahora” que sí hay pruebas para ilegalizar a ANV y al Partido Comunista de las Tierras Vascas, justo antes de las elecciones. Esta claro pues que nos toma por tontos. Las pruebas, que no nunca nacen por generación espontánea, es cuestión de buscarlas o de esconderlas, según interese en cada instante, y esto es lo que ha hecho Zapatero a lo largo de esta legislatura, y que ahora cuando agoniza, quiere presentarse ante el Juicio Final de las elecciones libre de culpa y con la sonrisa cínica de sus labios.

A fuego lento y bien cocido tendremos que poner al cinismo que nos gobierna en nuestro Perol. Tengamos la esperanza de concentrar su caldo y como cualquier residuo radioactivo desprendernos de él, enterrándolo en el cementerio atómico que nos protege.

17 enero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCII

El rayo luminoso de la droga, estrellado sobre sus ojos, le arrinconaba más aún en el sórdido escondrijo de su alcoba, donde victima voluntaria de su derrumbe personal no sabía si huir a través de las paredes mugrientas de vaho, expelido por sus cobardes vahídos, o estrujarse, más si cabe, en su guarida cobarde, con el firme deseo de fenecer en el letargo apacible de un éxtasis embriagador. El mono, dueño de sus ritmos corporales, se había apoderado de él y el único ápice de su libertad era tan estrecho, que ver más allá de un palmo de sus narices se había convertido en un reto imposible, en una quimera, en un salto al vacío, como el vuelo del kamikaze contra el infiel, a la busca del destino glorioso de un imperio mil veces imaginado no dentro de su alcoba, sino en lo más hondo y pequeño de su mente enferma y febril, rendida a la placidez de su más absoluta ignorancia.

El mono le exigía la droga constante, y cuando presagiaba su ausencia, o el peligro de su posible desaparición, demandaba auxilio, y hermanándose con los pringados más recalcitrantes, entonando soflamas monocordes cual cánticos de cotorras de alas al viento, y levantando exultantes sus banderas descamisadas, demandaban mayores dosis del narcótico alimento, necesario en su caminar por el deslizante destino de su despeñe intelectual.

La TV3, la constante andanada germen del nacionalismo más furibundo, tan sectario como falsario, desde el mismo instante de su creación, era ya parte de su cuerpo, labrado a fuego en sus entrañas, desde el rincón estrecho y cerrado de su voluntaria celda, donde con el ceño fruncido e iluminado por el ventanal monocolor del dogma imperial de un solo mandamiento, su poder de maniobra era limitado, inexistente, nada liberador: embaucado por soflamas de una falsa intelectualidad, salpimentada su mente con sucedáneos de especias inexistentes.

La posibilidad del cierre de los emisores clandestinos superaba sus escasas fuerzas y la mesnada de siempre, con sus acostumbrados cánticos y sus gestos simiescos, no podían faltar a la cita en las cumbres nevadas de su propio esperpento, en los anunciados momentos en que la droga adormecedora peligraba su entrega, aterrados por el próximo cierre de unos repetidores alojados en las celdas secuenciales de su manipulada memoria cerebral.

Y todo ello sucedía al mismo tiempo que los Reyes Magos se alejaban - después de estar una noche con nosotros- en el mismo instante del comienzo de las jornadas de las rebajas de cualquier centro comercial. Algo debe quedar pues, escondido en lo más hondo de nuestros bolsillos, vacíos y maltrechos, ante un año que comienza y que sin duda también habrá que restaurar, esperemos esta vez no obligados por la orden del Tribunal Supremo. Nuestra economía está exhausta, al borde de precipicio, pese a que Zapatero la encuentre pletórica y llena de vitalidad, en una más de sus inagotables mentiras a las que ya estamos acostumbrados a escuchar. Trata de embadurnar más el embuste la Secretaría de Política Económica del PSOE, Inmaculada Rodríguez-Piñero, quien rubrica a su jefe aseverando que la economía española “funciona mejor que hace cuatro años”.

A menos de dos meses de la jornada electoral, la estrategia está bien clara y tratando de ocultar la realidad de una economía tambaleante, por cuya salud el presidente Zapatero nada ha hecho, ahora se dedica a ventear odios anticlericales asegurándose los votos de quienes tan fácilmente se dejan manipular. Que la Iglesia exprese su opinión en defensa de un concepto familiar sobradamente conocido por todos y que a nadie le extraña, alertando de lo que según ella es un peligro para la sociedad, es digno de respeto, se esté o no se esté de acuerdo. Porque es lo que la Iglesia ha defendido siempre, antes, en el momento y después de cualquier jornada electoral. Sin embargo, el Pepiño, el Presidente y la Vicepresidenta del Presidente ven en su ataque a la Iglesia, el filón dorado de los votos que pretenden lograr, desviando la atención hacía los púlpitos, como tantas otras veces hicieron. Azaña, quien aseguró que España había dejado de ser católica, se arrepintió años después de su “cita incendiaria”, cuando ya era demasiado tarde. En cambio, Zapatero sólo pretende sumar votos, aparte de adormecer mentes, y luego, como lo ha hecho el propio Pepiño, también se declarará creyente; quizá de sus propias mentiras que trata de ocultar.

Ya tenemos letra para nuestro hasta ahora mudo de sentimientos himno nacional, cuya vacuidad algunos desean, empeñados en que no los exprese. Más parece un contrasentido. Cuando en las aulas públicas se oculta nuestra historia a la juventud, se desprecia el sentimiento nacional restándolo cualquier tipo de valor, e incluso en algunas de nuestras comunidades regionales se insulta a la propia España, y cuando también se alienta al desconocimiento de todo nuestro legado histórico y cultural, manipulándolo, o inventando hechos inexistentes cuya acción ha llevado a nuestra juventud a la profunda sima de su ignorancia, el Ministro de Defensa, cuyo Gobierno no ha movido un solo dedo en defensa de una Nación que ignora y que más que vertebrar fomenta el convertirla en varias, exige el Sr. Alonso al himno la suficiente calidad literaria que le otorgue el prestigio nacional que se merece. Se nota la proximidad de la cita electoral y Zapatero sigue utilizando su cinismo para conseguir más votos, a costa de lo que sea, convirtiéndose en un auténtico peligro y amenaza para una sociedad sin horizonte, tan desinformada como desnortada, hábilmente conducida por un político nefasto más atento a su propio interés personal, que a las demandas del pueblo deseoso en llegar tranquilo a final de cada mes.

Nuestro Perol, convertido en el pudridero de las mentiras de Zapatero, donde se alojan sus cenizas blancas que al estallar se las llevará el viento, se está quedando pequeño. Por lo que tendremos que procurar uno más grande, al menos mientras dure la campaña electoral, en la que una a una, van desgranándose todas sus falsedades.

10 enero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCI

Al Capone, el famoso gángster neoyorquino que ordenaba sus crímenes desde la mueca infame de su cara escondida bajo el ala de un refinado sombrero porque aún no existía el SMS, y las señales de humo quedaban sólo para un cine de blanco y negro, nunca utilizó tampoco el chillido de Tarzán en señal de auxilio. Se sentía tan protegido, que con un solo gesto, tosco y esbelto, sus esbirros tomaban nota y con el tableteo de sus guitarras escupidoras de plomo ardiente, montaban, ausentes de todo escrúpulo, la “matanza de San Valentín”. El inmaculado asesino se pasaba las leyes por la entrepierna, –tanto las del asfalto sucio y oscuro, como las no menos limpias de los tribunales- protegido por sus acólitos prestos al guiño sentencioso de su jefe, a sabiendas de que al final tendrían su recompensa. O el finiquito mortal, en caso de deslealtad a su amo y señor. También burlaba a la Justicia gracias a sus picapleitos, hábiles caminantes por el filo de la ley, que gracias al conocimiento de sus recovecos conseguían eludirla, dispuestos a la compra de voluntades en los casos de necesidad, en defensa de la honra de su amo benefactor. Y cuando Al Capone era acusado por sus tropelías, se declaraba inocente de toda culpa. Finalmente, sólo la evasión fiscal pudo con él, y tras años de ostracismo carcelario, desde el que sin embargo seguía dirigiendo los hilos de su entramado delictivo, pasó años después, enfermo y demente, a mejor vida.

Los hechos, los matices y los escenarios hacen diferentes las más burdas de las estafas, pero en el cieno de los intereses más bastardos, nada es distinto. Ni Cipriano Ciscar, ni Juan Lerma, pasándose ambos por la entrepierna todas las leyes protectoras de nuestro Patrimonio Histórico y dominando el filo del alambre merced a la prepotencia de un poder otorgado no para tal desmán, ni el necesario tándem Grassi – Portaceli, autores del proyecto del genocidio cultural, preñados todos ellos de zafio orgullo pero vacíos de toda afectividad hacía un vestigio arqueológico, ni el PSOE valenciano, ninguno de todos ellos, admiten al menos por el momento, haber cometido una ilegalidad en el Teatro Romano de Sagunto, aunque algunos claman, eso sí –una vez conocido el fallo inapelable del Tribunal Supremo- por una amnistía cultural. Están deseosos de lograrla caminando por el filo de alambre, una vez han conocido el peso de la ley, cuyo costoso cumplimiento les importa un pito. Será, en su caso, el sufrido contribuyente español quien costeará la recuperación del que fue considerado como el primer Monumento Nacional de España, situado sobre una orgullosa cresta de más de dos mil años de existencia, a cuyos pies, mudo y sonrojado, un Ayuntamiento servil permaneció al margen sin mover un solo dedo para impedir el entierro de su emblema más legendario. Y fueron ellos precisamente, los que miraron hacía otro sitio, ajenos a una gran parte de su pueblo que permanecía incrédulo y atónito por aquella “matanza cultural”, mucho más cruel que la de San Valentín. Porque en ésta, sus victimas, eran maleantes de la misma especie que sus verdugos. Nada que ver con las vetustas piedras mimadas por las manos agradecidas de cualquier arqueólogo que se precie, enterradas bajo el frío mármol de la modernidad y despreciando la nobleza de su vejez por la burda vanidad de cuatro iluminados.

No ha tardado el Compromís, fiel a su tradición heredada, en estar en contra de la sentencia, por su parte de culpa apoyando el indocto proyecto, y se revela contra el imperio de la Ley. Dicen que van a buscar una vía legal que evite el cumplimiento de lo dictado por el Tribunal Supremo, cuyo hallazgo quizá encuentren por las escombreras de su cieno, senderos que tan bien conocen con todos sus atajos.

Zapatero ataca a la Iglesia, exigiendo el respeto de la Ley por encima de cualquier pensamiento, se supone ideológico, y termina diciendo que este es el ADN de la democracia. Veremos pues si reconoce el fallo del Tribunal Supremo, purga la culpa de su partido, y apoya la restauración del coliseo saguntino.

El terrorismo etarra, fiel a su guión mantenido durante cuarenta años, provoca a la Guardia Civil ávidos ellos de un martirologio de diseño que luego se publicita en todas las primeras páginas de los medios de comunicación con el beneficio de su gratuidad. Sin embargo, Robespierre Rubalcaba hace una lectura diferente a la que tantas veces y en casos idénticos hiciera su propio partido, y que tanto agradaba a quienes por culpa de su memez, cargan contra los que por defender nuestras vidas, ponen las suyas en peligro. Son los que ahora asienten y están callados, como debieran haberlo hecho cuando lamentaban las denuncias etarras, justificando de esta manera su animadversión acomplejada contra el cuerpo de la Guardia Civil. Ignoremos a tanto mentecato y demos las gracias por la detención de tanta calaña. Mantengamos la esperanza de que se pudran en la cárcel, el único lugar que por derecho se han ganado.

Así pues, al Perol con todos aquellos que presumiendo del Estado de Derecho y del acatamiento de la Ley, le dan la espalda cuando no les conviene, o emulan Al Capone, negando la evidencia de un hecho lamentable, cuya practicidad no puede justificarlo.

03 enero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XC

Por repetitivo y algo soso, por su ausencia de gracia picante –la que tanto nos motiva ante cualquier empresa- tememos que en esta ocasión el famoso presagio va a permanecer ausente en nuestras vidas. Alguien dijo, sin saber su autor, aquello del "año nuevo vida nueva" que todos nos proponemos, pero que raudos abandonamos en la cuneta de nuestra existencia. Pero al menos, en esta ocasión, el “nada nuevo bajo el sol” sí justifica el aserto y las buenas nuevas nos suenan también carentes de gracia, sin el bullicio burbujeante del cava de frágil melodía que ha alegrado nuestros últimos días del año.

El año pues, empieza con subidas en la tarifas de primera necesidad y lo hace con un gran desparpajo, con el sabor de la cocina tradicional de las lentejas, aquel de las tomas o las dejas y se estrena con las subidas del teléfono, del gas, del transporte y de la electricidad. Todo de golpe, al mismo tiempo, para que no exista duda alguna de su necesidad desde el primer día de año, y que si nunca deseamos contar con ellas -con las subidas- bien es verdad que no podemos hacer nada por evitarlas, salvo volver a las cavernas, viaje turístico al que nadie quiere apuntarse.

Así pues, les decía, nada nuevo bajo el sol, e Ibarretxe sigue amenazando con su deseada consulta popular proclive al enfrentamiento; ERC en su ancestral manía petitoria exige mayor precio para apoyar a Zapatero -que para eso está la Ley del Mercado trilero fraguada por ellos mismos ante cualquier consulta popular- y los radicales abertzales siguen destrozando las instalaciones que le viene en gana, con la facilidad y destreza tan fácilmente conseguida. Empieza el Año Nuevo, pero todo nos resulta viejo, acostumbrados como estamos a tanto desacato y que nos han vestido con el tinte de la normalidad.

Y mientras aumentan en nuestra ciudad los carteristas interesados en lo ajeno, y “los gorrillas” siguen adueñándose de las plazas libres de cualquier calle, y la seguridad en nuestras casas se convierte en un juego de azar, cerca de un millón de estorninos han desaparecido de nuestras calles: lo único molesto que nos abandona. Y no porque hayan perdido el gusto por su apacible estar, sino porque al nadie hacerles caso, se han ido con la música a otra parte.

Sin embargo, Pepiño Blanco, está molesto con los defensores de un concepto cristiano de la familia, y con su cara dura de nacimiento y su desvergüenza profesional de siempre, puesta al servicio del socialismo español, se define primero como cristiano, y arremete después contra los seguidores de esa idea, como si a su defensa no tuvieran derecho. Y ataca con ira a la Iglesia Católica avivando en sus seguidores el odio anticlerical, germen de las dos Españas, en un claro intento de sacarlo con más fuerza a la palestra.

El truhán, trata de mentiras los manifiestos lanzados en Madrid con motivo del Encuentro en defensa de la Familia, a lo que se ve, no tienen derecho los miles de ciudadanos que allí se han reunido. Con su acostumbrada geta, pide a la Iglesia Católica que rectifique, utilizando sus amenazas veladas en la que es tan diestro. Mientras que ve con buenos ojos, siempre entrecerrados, el proyecto de España por el que lucha Zapatero, en el que al parecer sólo tienen derecho a manifestarse los colectivos gay, los emprendedores abertazales y los defensores del “matrimonio progresista”, adjetivo éste cada vez más devaluado por su constante manipulación. Y como más de lo mismo, los defensores de la familia tradicional, se ven estos días atacados y ridiculizados insistentemente por las campañas radiofónicas de la SER, la que tanto hiciera a favor de Zapatero -fiel a la misión para la que fue adjudicada por el Gobierno de Felipe, ahora diseñador joyero, además de sabio- utilizando para ello la formula enciclopédica de la mentira permanente y los aderezos de la falsa intelectualidad, la habitual alfalfa alimento de los pardillos.

Robespierre Rubalcaba, a bombo y platillo, pregona a los cuatro vientos el número de accidentes de tráfico más bajo de los “últimos cuatro años”, justo los de la legislatura, cuando la realidad es que el número de fallecidos desciende desde hace ya muchos años. Sin embargo, calla y silencia, mencionándolo sólo de pasada, que hemos sufrido la inflación más alta en los últimos doce años, la del 4,3%, de la que nosotros no hemos sido responsables, salvo por nuestra afición a las propinas y el desprecio al conejo, acostumbrados como estamos a las tiendas especializadas del “delicatesen”.

Contra el izquierdismo manipulador y la manipulación arquitectónica -en esta ocasión cogidos de la mano- el Tribunal Supremo ha emitido la sentencia que obliga a quitar el alicatado del Teatro Romano de Sagunto para que vuelvan a verse sus bellas arrugas, las de la ancianidad, el vestigio de un pasado histórico tan celosamente protegido en cualquier otra ciudad, siendo Mérida el más claro ejemplo. El Alto Tribunal da el plazo de dieciocho meses para el desmantelamiento de la infamia cultural sin dañar los restos arqueológicos del anfiteatro romano. Veremos pues, si el Conseller Cipriano Ciscar mintió o no, cuando aseguró que el alicatado no dañaría al graderío en el supuesto de volverlo a su estado natural. Bueno sería que el coste de las obras que se avecinan corriera a cargo del PSOE y sus rentas de FILESA, en lugar de caer sobre las costillas del contribuyente valenciano.

Pasadas la fiestas pues, al Perol con ellos. Y en lugar del mamporrazo hasta reventarlo, prendamos en él sus mentiras y engaños, como en el fuego purificador de la noche fallera, indultando en esta ocasión a Zapatero como el más claro recuerdo de la torpeza y de la necedad.