17 enero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCII

El rayo luminoso de la droga, estrellado sobre sus ojos, le arrinconaba más aún en el sórdido escondrijo de su alcoba, donde victima voluntaria de su derrumbe personal no sabía si huir a través de las paredes mugrientas de vaho, expelido por sus cobardes vahídos, o estrujarse, más si cabe, en su guarida cobarde, con el firme deseo de fenecer en el letargo apacible de un éxtasis embriagador. El mono, dueño de sus ritmos corporales, se había apoderado de él y el único ápice de su libertad era tan estrecho, que ver más allá de un palmo de sus narices se había convertido en un reto imposible, en una quimera, en un salto al vacío, como el vuelo del kamikaze contra el infiel, a la busca del destino glorioso de un imperio mil veces imaginado no dentro de su alcoba, sino en lo más hondo y pequeño de su mente enferma y febril, rendida a la placidez de su más absoluta ignorancia.

El mono le exigía la droga constante, y cuando presagiaba su ausencia, o el peligro de su posible desaparición, demandaba auxilio, y hermanándose con los pringados más recalcitrantes, entonando soflamas monocordes cual cánticos de cotorras de alas al viento, y levantando exultantes sus banderas descamisadas, demandaban mayores dosis del narcótico alimento, necesario en su caminar por el deslizante destino de su despeñe intelectual.

La TV3, la constante andanada germen del nacionalismo más furibundo, tan sectario como falsario, desde el mismo instante de su creación, era ya parte de su cuerpo, labrado a fuego en sus entrañas, desde el rincón estrecho y cerrado de su voluntaria celda, donde con el ceño fruncido e iluminado por el ventanal monocolor del dogma imperial de un solo mandamiento, su poder de maniobra era limitado, inexistente, nada liberador: embaucado por soflamas de una falsa intelectualidad, salpimentada su mente con sucedáneos de especias inexistentes.

La posibilidad del cierre de los emisores clandestinos superaba sus escasas fuerzas y la mesnada de siempre, con sus acostumbrados cánticos y sus gestos simiescos, no podían faltar a la cita en las cumbres nevadas de su propio esperpento, en los anunciados momentos en que la droga adormecedora peligraba su entrega, aterrados por el próximo cierre de unos repetidores alojados en las celdas secuenciales de su manipulada memoria cerebral.

Y todo ello sucedía al mismo tiempo que los Reyes Magos se alejaban - después de estar una noche con nosotros- en el mismo instante del comienzo de las jornadas de las rebajas de cualquier centro comercial. Algo debe quedar pues, escondido en lo más hondo de nuestros bolsillos, vacíos y maltrechos, ante un año que comienza y que sin duda también habrá que restaurar, esperemos esta vez no obligados por la orden del Tribunal Supremo. Nuestra economía está exhausta, al borde de precipicio, pese a que Zapatero la encuentre pletórica y llena de vitalidad, en una más de sus inagotables mentiras a las que ya estamos acostumbrados a escuchar. Trata de embadurnar más el embuste la Secretaría de Política Económica del PSOE, Inmaculada Rodríguez-Piñero, quien rubrica a su jefe aseverando que la economía española “funciona mejor que hace cuatro años”.

A menos de dos meses de la jornada electoral, la estrategia está bien clara y tratando de ocultar la realidad de una economía tambaleante, por cuya salud el presidente Zapatero nada ha hecho, ahora se dedica a ventear odios anticlericales asegurándose los votos de quienes tan fácilmente se dejan manipular. Que la Iglesia exprese su opinión en defensa de un concepto familiar sobradamente conocido por todos y que a nadie le extraña, alertando de lo que según ella es un peligro para la sociedad, es digno de respeto, se esté o no se esté de acuerdo. Porque es lo que la Iglesia ha defendido siempre, antes, en el momento y después de cualquier jornada electoral. Sin embargo, el Pepiño, el Presidente y la Vicepresidenta del Presidente ven en su ataque a la Iglesia, el filón dorado de los votos que pretenden lograr, desviando la atención hacía los púlpitos, como tantas otras veces hicieron. Azaña, quien aseguró que España había dejado de ser católica, se arrepintió años después de su “cita incendiaria”, cuando ya era demasiado tarde. En cambio, Zapatero sólo pretende sumar votos, aparte de adormecer mentes, y luego, como lo ha hecho el propio Pepiño, también se declarará creyente; quizá de sus propias mentiras que trata de ocultar.

Ya tenemos letra para nuestro hasta ahora mudo de sentimientos himno nacional, cuya vacuidad algunos desean, empeñados en que no los exprese. Más parece un contrasentido. Cuando en las aulas públicas se oculta nuestra historia a la juventud, se desprecia el sentimiento nacional restándolo cualquier tipo de valor, e incluso en algunas de nuestras comunidades regionales se insulta a la propia España, y cuando también se alienta al desconocimiento de todo nuestro legado histórico y cultural, manipulándolo, o inventando hechos inexistentes cuya acción ha llevado a nuestra juventud a la profunda sima de su ignorancia, el Ministro de Defensa, cuyo Gobierno no ha movido un solo dedo en defensa de una Nación que ignora y que más que vertebrar fomenta el convertirla en varias, exige el Sr. Alonso al himno la suficiente calidad literaria que le otorgue el prestigio nacional que se merece. Se nota la proximidad de la cita electoral y Zapatero sigue utilizando su cinismo para conseguir más votos, a costa de lo que sea, convirtiéndose en un auténtico peligro y amenaza para una sociedad sin horizonte, tan desinformada como desnortada, hábilmente conducida por un político nefasto más atento a su propio interés personal, que a las demandas del pueblo deseoso en llegar tranquilo a final de cada mes.

Nuestro Perol, convertido en el pudridero de las mentiras de Zapatero, donde se alojan sus cenizas blancas que al estallar se las llevará el viento, se está quedando pequeño. Por lo que tendremos que procurar uno más grande, al menos mientras dure la campaña electoral, en la que una a una, van desgranándose todas sus falsedades.

No hay comentarios: