06 marzo, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - IC


La suerte está echada y sólo nos queda la cuenta de la marcha atrás a la espera de una jornada electoral, en cuyo resultado final todos los medios de comunicación parecen estar de acuerdo. Dicen los profesionales de las encuestas elaboradas desde sus mismos puestos de trabajo -algunos dicen que corresponde a un trabajo de campo, no sabemos si azul o rojo, verde o seco- que la diferencia entres los dos firmes candidatos a la Moncloa está entre los dos y cuatro puntos, por lo que parece que la herida no es muy grande. Veremos el domingo quien queda KO, por lo que es cuestión de esperar y tener algo de paciencia, convencidos que tras el veredicto, todos dirán que salen ganando aunque unos lo harán más contentos que otros.

Mantengamos, eso sí, el deseo de que no vuelva a repetirse un suceso semejante al de las últimas votaciones de hace cuatro años, y que tanto marcó la intención del voto de quienes, en su indecisión, mantenían la duda hasta el último instante. Así pues, según las encuestas hasta ahora conocidas será Zapatero quien nos gobierne en los próximos cuatro años, salvo, claro está, que la única que no conocemos, la de las urnas, nos diga otra cosa.

Atrás quedan cuatro años de mentiras y de manipulaciones, de un talante Zapatero falso y sectario, en los que la responsabilidad del Jefe de Gobierno ha sido inexistente, más dedicado a jugar con fuego que a cumplir con su obligación. Incluso hasta pasado el momento de una explosión, que quiso sanarla recurriendo el ungüento de la mentira, su habitual forma de gobernar.

Atrás queda también la segunda parte de un debate en que las constantes mentiras de Zapatero, claramente denunciadas por Rajoy, han quedado manifiestas ante la cara desencajada y labios prietos de un presidente de Gobierno convertido en un auténtico peligro nacional.

Lo que quedó bien clarito y todos vimos es que la economía no es su fuerte, cuyas consecuencias tanto estamos sufriendo. Y ello, a pesar del curso acelerado de cuatro días que le impartió Jorge Sevilla, ofertado por éste a Zapatero en un momento estelar captado por un micrófono abierto a principios de legislatura, al igual que sucedió hace unos días ante el mismo Gabilondo al que expresara Zapatero sus deseos de tensión, por lo visto y oído tan necesarios.

Si había alguna duda del carácter infame de Zapatero, ello ha quedado bien patente en el momento más ácido del debate, cuando, el por ahora Presidente, saca a la palestra los muertos de un atentado terrorista que le llevaron al gobierno y de cuyas rentas, por lo visto, quiere seguir aprovechándose como un valor añadido, en este caso miserable. Coincidió con el momento más torpe de Rajoy, quien quizá confiado en que la desfachatez de quien tenía enfrente no alcanzara tal grado de infamia, no supo hacer callar a Zapatero cuando éste no tenía la palabra, al verse obligado a ocultar su patraña.

Vimos pues en el debate a un Rodríguez Zapatero marrullero con Rajoy, a cuyo juego sucio acudió repetidas veces, tantas, como aquellas en las que se veía incapaz de rebatirle.

Lo que es de premio es el canal televisivo de la Sexta, que, en el mismo instante de haber terminado el debate, cuando ambos se despedían de Olga Viza, se sacó una encuesta de la manga dando vencedor a Zapatero por una diferencia de treinta puntos en el más claro ejemplo de lo que es manipular a la opinión pública, cara a un domingo electoral induciéndole al voto.

Tampoco nos extraña la reacción del PSOE ante la elección como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal del Cardenal Rouco. Mientras que en un comunicado oficial felicita tanto al elegido como a la institución, máximos representantes del Partido lanzan sus soflamas incendiarias contra el nuevo Presidente, como es el caso del Pepiño Blanco, soez y tabernario, o la actual Ministra de la Vivienda, la emperifollada Chacón, quien representado al Gobierno lanza un nuevo ataque a la Iglesia a la que desean esté callada.

Agotada pues la actual legislatura y exhaustos de tanto mitin los políticos de uno y otro bando, quedamos todos a la espera del último suspiro dominguero al filo de las veinte horas, el instante del apagón de las urnas y de la luz de los sondeos, cuyo destello no será bien recibido por todos. Siempre nos quedará la esperanza de que gobierne quien gobierne algo habrá aprendido de una legislatura llena de errores, de cuya responsabilidad, que es de todos, aquel que ha ejercido como Jefe de Gobierno debe ser el mayor garante.

Así pues, alcemos nuestro Perol en esta penúltima “Espardeñá, y con aire festivo disfrutemos con la cucaña de una jornada electoral.

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