28 febrero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCVIII

Nuestro siglo XXI, el de las dos Españas de Zapatero producto de su talante y con cierto grado de tensión. Destrozado el liberalismo decimonónico por aquellos quienes se adueñaron del estandarte de la libertad; superadas las amenazas dictatoriales que habían surgido entonces sobre Europa reaccionado contra los modos de aquellos; caído el muro de la infamia que ha tenido engañado durante casi todo un siglo a parte de una intelectualidad ciega y llena de orgullo, llegamos al umbral de un siglo cuyo futuro nadie ve claro por las turbulencias que todos presumimos. De aquel barro estos lodos. Las mentiras, cada vez más virulentas usadas como siempre por el izquierdismo manipulador, son los colgajos de un escenario entre los que surgen de nuevo las dos Españas, otrora machadianas, en la actualidad de Zapatero. Si ambas fueron belicosas, sobre todo en los momentos más incendiarios, en la actualidad y con alto grado de tensión, merced al tufo que desprende el mundo panfletario de los medios de comunicación, tabernario a veces, puesto al servicio de lo políticamente correcto, todo parece propuesto a la consecuencia de una idiocia próxima a las más absoluta ignorancia, tratando de representar una España de charanga, pandereta y andas de engaños, que mantenga a la izquierda en el poder dispuesta a su enriquecimiento personal, como es el caso de todos los pesos pesados del Partido Socialista hasta hace unos años con chaqueta de pana, esas de baratillo.

La actual España interclasista, que pese a su lógica preocupación sólo mira al futuro, ambiciona dejar atrás un pasado del que escucha anonadada viejas historias de abuelos avivadas con el palmito de un patán, el más preclaro vendedor de una película en la que los opresores y los oprimidos recrean su mejor guión en un escenario tan falso como aquellos de Almería del espagueti western de Sergio Leone: el del voraz y orondo capitalista frente al famélico obrero aliñado por el sabor rancio de un cacique que Zapatero trata de resucitar, necesitado como está de cebos, dispuesto al engaño más miserable propio de su talante más innoble.

Corresponde el presente a las dos españas enfrentadas por las que tanto goza Zapatero -porque sólo en la división ve su futuro- a las que alerta contra el Partido Popular utilizando las soflamas de siempre con el firme propósito de inculcar los miedos en el electorado como único argumento válido en su camino a la Moncloa que se resiste abandonar.

Vuelven pues los juegos de trileros, los de los truhanes, a los que los socialistas muestran cierta maña y una gran afición. En estos días vemos cómo tratan de adormecer en sus mítines las mentes ciegas de sus seguidores culpando al Partido Popular de que los campos valencianos no reciban agua, y que en su programa de gobierno ya no aparece el trasvase del Ebro. Tal mentira, es un desprecio a su propio electorado en su convencimiento de que no saben leer o que no fijan su atención en el papel escrito, cosa, por otra parte, que más bien parece cierta. Quizá también esté convencido de la existencia irresponsable de un sector decidido a darle el voto y que a él acude, convencido que con sus mentiras podrá salir victorioso de unas urnas cuyo sentido Zapatero mancilla.

Es el todo vale, el del descrédito al oponente, avergonzado como está de sus propios fracasos de cuatro años de gobierno que trata de ocultar y de los que por cierto dice no estar avergonzado. ¡Qué pocas veces se arrepintió un patán!

Quien pone el dedo en la llaga es Rosa Diez –lo poco de digno que les quedaba-, por lo bien que conoce todas las interioridades de un Gobierno que sólo ella se ha atrevido a denunciar, ante el silencio cómplice de sus propios compañeros del PSOE de cuyo pesebre quieren seguir comiendo.

Terminada la primera parte del gran debate televisivo entre los dos máximos aspirantes a velar por nosotros, nada nuevo hay bajo el Sol, pese a que la que hora del alto el fuego fue al filo de la medianoche, esa en la que todos los gatos son pardos. Allí acudió Rajoy, con su carrito de la compra a media carga, traqueteante, sin remiendos, olvidado por quien tiene la obligación de cuidarlo y cuya única ayuda es el anuncio de una paga extra de 400 euros si gana las elecciones. Esa paga que los más necesitados, los económicamente débiles, no solo no verán de ella ni un solo euro, sino ni siquiera una sola peseta: la más clara muestra y la expresión más cierta de la política social del actual Presidente de Gobierno.

Allí acudió Rajoy, a recordarle que su apuesta más importante para la actual legislatura, pactar con ETA, ignorante de que ésta jamás aceptará una España autonómica -nunca ningún anterior gobernante se atrevió a tal despropósito en beneficio de ETA- no sólo le deslegitima para gobernar, sino que ha dado el fruto de que vuelvan a las instituciones los que tienen sus manos manchadas de sangre.

Allí acudió Zapatero con su carrito llenito de mentiras asegurando no conocer el Pacto de Tinei firmado por su propio partido, dispuesto a desviar la atención mirando sólo al pasado con la única intención de manipular a la opinión pública, como en el caso de su insistencia en que en el programa del Partido Popular no figura el trasvase del Ebro. Sólo los lerdos ignoran el significado de transferir aguas de cauces excedentarios a zonas secas en el marco de un Plan Hidrológico Nacional, por lo que hace presumir que sólo a ellos va dirigida la manipulación de Zapatero bajo los focos del plató televisivo. Quien cerró el debate deseándonos suerte, y que una vez vista su forma de gobernar tanta falta nos hace.

Metamos en nuestro Perol las mentiras de Zapatero, que aunque pequeño, sirve al menos como el mejor recipiente donde a fuego lento se pueda limpiar el jarabe sucio de sus palabras.

21 febrero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCVII

Nos interesa la tensión, Iñaki!- le decía el nieto de su abuelo en el plató de su propia casa televisiva, la de Prisa, ese grupo mediático diseñado con las cenizas del Movimiento y cuyos objetivos asimiló. Se lo decía a Iñaki Gabilondo, aquel el del kamikaze, cuyo invento utilizó como punto de inicio hacia una sutil maquinación.

-Los sondeos van bien, Iñaki, pero nos interesa la tensión, que lo nuestro es tensionar, -debió de repetirle el nieto de su abuelo- preocupado como estoy por la “tensión”, y que, mientras se enfrentan los unos a los otros a nosotros nos viene muy bien. ¡Iñaki! ¡Es esto lo que tenemos que hacer! Que cada uno a lo suyo, que a los nuestros les gusta, tan contentos como están.

Así, más o menos, debió de terminar aquella pérfida perorata, el maligno manifiesto, o lo que simplemente pudiera ser la orden de servicio para la campaña electoral pronta a comenzar, momentos después del “corte interruptus” producido por alguien que cuando se dio cuenta de que ambos estaban en el aire, alarmado porque el nieto de su abuelo mostrara a los cuatro vientos la auténtica verdad de su talante, cerró la llave ipso facto. Así, de aquella guisa, le escuchaba Iñaki, el de las encomiendas al servicio del socialismo español, ignorando ambos que “las paredes oyen”, cosa que por cierto muy bien sabía Juan Ruiz de Alarcón.

Iñaki Gabilondo, el que hace unos pocos días y en grata conversación con Zapatero, esta vez más atentos a la platea de la opinión pública ante el televisor, –la entrevista ácida la había agotado Iñaki con Rajoy unos días antes-, le preguntaba al nieto de su abuelo a instancia de un oyente si sabía la fecha exacta de la Revolución Rusa –prueba que Zapatero superó- pero no aprovechó la ocasión para preguntarle por la de Asturias, hija ésta de aquella y ambas tan relacionadas, y de la que su propio partido fue el principal promotor para derribar un Gobierno constitucional salido de las urnas. Pregunta que, por supuesto, también hubiese sabido contestar con mayor facilidad aún si cabe, pero con un ligero carraspeo en su garganta, allí donde nacen todas sus mentiras.

Ya en plena campaña electoral, el anticlericalismo rancio y analfabeto siempre en la palestra, inescrutable al desaliento, no cesa en el más puro ambiente manipulador. Ese árbol de frondosa vegetación, casi iletrado, que impide ver el bosque a quienes sin tener ningún vergel, nutren sus raíces de un odio visceral acumulado en ausencia del más elemental discernimiento.

Ahora, como siempre, les da por insultar y tratan de forma despreciativa el significado de derechas a la que tratan de violenta. Como si no fuera el santo y seña de la camada de incendiarios de puño en alto con estandartes de asesinos reconocidos por todos cantando la Internacional, o quemando la imagen de un Jefe de Estado refrendado por la actual Constitución animados por Gaspar LLamazares. O como si fuera la derecha quienes amenazan a las mujeres cuando van éstas a dar una conferencia a un centro universitario con sus manos blancas pertrechadas sólo de la palabra, como han sufrido María San Gil, Dolors Nadal, Rosa Diez en el plazo de los últimos siete días. El fruto de los enfrentamientos auspiciados por Zapatero desde el primer día en que llegó a la Moncloa, sembrando vientos contra el Partido Popular de acuerdo con su talante, cuyo significado y alcance ha quedado bien claro en el plató televisivo de su propia casa.

Las universidades españolas, centros de debate y de la reflexión, se han convertido en todo lo contrario con la mirada a otra parte de sus rectores que no nada hacen por impedir el acceso a las aulas de quienes son sobradamente conocidos en sus modos y maneras. Cosa que sucede, especialmente, donde la barbarie del izquierdismo nacionalista –turba, que por lo visto ignora la Academia del Cine- se ha hecho dueño del debate, insulta al argumento, oculta la razón y menosprecia al oponente. Y esto último como mal menor.

Cosa que también sucede en la Universidad Literaria de Valencia, donde defender la historia y personalidad de la Lengua Valenciana resulta un imposible para cualquier profesor hombre libre que se precie, merecedor para el que lo haga desde el insulto más sectario hasta la amenaza personal. El debate en la Literaria valenciana sobre nuestro pasado cultural pasó a mejor vida y el pensamiento único, tan doctrinario como inculto, se ha hecho dueño de un claustro disfrazado con la mentira y dispuesto a la usurpación de nuestra Lengua.

La virginidad, tan necesaria en los matrimonios medievales de estado, cuya autenticidad había que demostrar sin pudor con la mancha roja sobre el blanco lino para ofrecerla a los ojos desconfiados de una nobleza en los instantes previos a una boda real, tiene la gracia de pertenecer a un recuerdo con aires de sainete, pero que trasladado a nuestros días, como prueba documental, nos suena a la guasa más profunda, a la más mezquina, a la más estrafalaria. Ahora va, y resulta, que la Vicepresidenta del Presidente es “la mayor fallera del reino” y nos enseña la fotito de fallerita infantil de muy pocos años de edad, como la mejor prueba de una valencianía virginal. Todo nos resulta tierno y conmovedor, al gusto de una corte enfervorizada, presa fácil, convencida de lo que la Vicepresidenta del Presidente nunca ejerció.

La izquierda valenciana, fiel a la orden de la necesitada tensión y en un estado de hostilidad latente, tal y como lo define la RAE, ajena al futuro, sólo mira al pasado y nos lleva en andas paganas al 23-F, o los tiempos del la Inquisición, en un ejercicio ausente de la más elemental intelectualidad, de la que sin embargo tanto presumen.

Lo mejor será cocer a fuego lento la tensión que nos ofrece Zapatero, manteniendo la esperanza de que su propia mezquindad se pierda entre los aromas pestilentes de sus propios vapores, una vez haya hecho “perol trencat” el anuncio de su infamia.

14 febrero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCVI

Leo el titular, casi de reojo, sin hacerle mucho caso por lo que tiene de blasfemo –no solo Dios se merece respeto- y me froto los ojos. Quizá siga durmiendo entregado a un sueño inexistente alojado en los meandros próximos a los de una escombrera donde quizá se esconda una pérfida dama. Pero no, estoy despierto y el café caliente en las manos de una servicial muchachita de ojos dulces, dejado sobre mi mesa, es la señal diáfana de que estoy despierto lejos de la cálida almohada una vez cumplida mi obligación del reconfortable sueño reparador de todos los días. Acerco el titular de prensa a mis ojos, alucinado, escudriño la letra pequeña, y allí está, clara y concisa la blasfemia que tanto llamó mi atención: “Se ha actuado contra ANV en el primer minuto en que se han tenido las pruebas”.

La frase sale de los labios secos, amenazadores e irreverentes, de la Vicepresidenta del Presidente del Gobierno español. En ellos y en ella, se representa el más puro distintivo de la mentira del izquierdismo manipulador, el más lacerante que atesora la izquierda, cuyo máximo servicio hemos visto en la legislatura que en estos días se termina y que tanto nos ha tocado sufrir. Una frase insulto a la inteligencia humana tratándonos de borregos, y que encierra toda la perversidad propia de un talante que ha colmado de mentiras estos últimos cuatro años de la historia de España, tan maltratados por la mano siniestra de Rodríguez Zapatero, el nieto de su abuelo.

Un hombre, Zapatero, que un día antes del 11-M sólo aspiraba impedir la mayoría absoluta del Partido Popular y que desde tres días después, cuando se vio por accidente huésped de la Moncloa, se ha dedicado a la mentira más recalcitrante, mintiendo al decir que son otros los que mentían para que otros, cautivos, creyeran en sus mentiras. Así han transcurrido estos cuatro años, hasta el momento del café mañanero de 1,20 euros, cuando me encuentro leyendo un titular de la Vicepresidenta del Presidente en cuya letra pequeña decía lo mismo y sin que en el resto de la entrevista se induzca a una mala interpretación.

Estamos en la época del diseño mental, del calcetín de marca imbécil, del guiño del farsante que más bien pudiera ser del mismo diablo o del cómico sectario, del intelectual de barro, armado con el aguijón de escorpión, semejante al pirómano que pretende incendiar la paz de la calle, o dispuesto al uso del veneno, como aquellos incendiarios de iglesias camino hacia una sangrienta persecución religiosa avivando la mecha de una guerra civil que anhelaban con ahínco, en una más de sus muchas variantes que siempre han utilizado contra un institución a la que siguen machacando y que ahora tratan de silenciar. De tal guisa, manipulan a la opinión publica tratándola de convencer que la Iglesia no puede opinar como cualquier otro tipo de Asociación, Colegio Profesional, Grupo Periodístico (por ejemplo Prisa, el mayor emporio de la verdad a medias y de la mentira al completo, el de la manipulación puesta al servicio de la izquierda como jamás disfrutó nadie en democracia y en la que tan desvergonzadamente actúan por tierra, por mar y por aire) Económico, Sindical, Gremial que se precie. La actual campaña panfletaria es una desvergüenza que descalifica como personas libres a quienes acepten el juego de este chantaje intelectual, o simplemente, el de un maltrato mental que sufren. El que busca eliminar el más elemental discernimiento que hace distinguir a cualquier ser humano de los del otro bando, del que corresponde al mundo animal.

El mundo de los guiños de ojo abierto con la legaña de la subvención, el del pan y circo, el de esos que presumiendo de lo que no son desde su fondo miserable llegan al insulto ramplón y barriobajero de tratar de turba mentirosa a quienes, sin duda alguna, son de mejor crianza que ellos. Esos infames que pertenecen a una parte de la Academia del Cine español de leva, que nada tiene que ver con la de aquel mundo del celuloide de blanco y negro, allá por los años cincuenta, aquellos los de oro del cine español, cuando los Bardem, especialmente, (las películas de éste tuvieron varios premios del Sindicato, y algunas, hasta declaradas de Interés Nacional), Berlanga, Neville, quienes subían en repetidas ocasiones al estrado del Sindicato Nacional del Espectáculo en traje de smoking, pajarita de alas al viento, ojos risueños y alegres, con cierta dosis de glamour y con la imaginación talentosa de sus manos limpias –mucho más que las de los mercenarios de la actual Academia del Cine- dispuestos a recoger los premios conseguidos gracias a su esfuerzo con el único merito de la calidad de sus películas y prestos a dar un abrazo al señor Ministro de turno, el sonrisas de Solís.

Una legislatura de pérfidas mentiras en las que han manipulado a la opinión publica diciendo que Aznar autorizó al PCTV (indecente mentira, toda vez que son cientos las asociaciones legalizadas, pero sin vida, desde hace muchos años y que astutamente Batasuna se apropió de una de ellas como muy bien sabe el socialismos manipulador).

Una legislatura pregonando que Aznar también negoció con ETA (indecente mentira, porque ambas situaciones no admiten ninguna comparación; y ellos lo saben).

Una legislatura afirmando que el 11-M fue consecuencia de la guerra de Irak (cuyas pruebas son las mismas que las que confirman la relación de ETA con el 11-M).

Una legislatura en la que han ignorado la constante información del rearme de ETA que les llegaba desde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado mientras estaban negociando sin cesar; y nos aseguraban otra cosa.

Una legislatura de confrontación, de cunetas, de gritos de ¡asesino!, de potenciación del odio, del anticlericalismo, del nacionalismo sectario, de la incultura escolar tan deseada, de la falsificación de nuestra Historia, del adormecimiento y del insulto a las victimas del terrorismo a toda Prisa.

La más alucinógena legislatura del talante con la que aspiran a seguir gobernando otros cuatro años más, con la esperanza de conseguirlo al mejor precio. Lo mejor sería meterla en nuestro Perol como un sueño, donde la vuelta a los enfrentamientos y el recuerdo innecesario de un pasado cuatro años olvidado, no hubiera ocurrido.

Nota: Maria San Gil salvajemente acosada y con amenazas de muerte, mientras que la izquierda calla escondida en sus miserias: “por sus obras los conoceréis”.

07 febrero, 2008

ESPARDEÑÁS Y PEROL TRENCAT - XCV

No hay peor censura que la de uno mismo, esa que fundida a fuego lento desde el crisol de su propia alma le limita su horizonte dirigiéndolo hacia una sola parte. Porque para la censura exógena siempre hay resortes con los que superarla, pértigas para salvarla, imaginación para vencerla, y… el tiempo.

Siempre tendremos el tiempo a nuestro favor que todo lo resuelve, y que pese a las dificultades, las amenazas, o los miedos que nos atenazan, siempre llegará el momento calmo de la bonanza del mar de los días limpios, claros y gratos, que nos llevarán al buen puerto, ese que resulta ser siempre tan deseado. Sin embargo, con la censura de uno mismo, con la que uno se esclaviza, y que resulta ser la más cruel de todas ellas, provocadora de penas y quebrantos que dañan al sistema nervioso, la perspectiva para quien la sufre es tan corta y muerma, que el traje de lo políticamente correcto le queda acoplado a un cuerpo sin flecos, rígido y sin capacidad de maniobra. Y también algo tosco, sin los lazos de los días de fiesta, sin las cintas de rica gama de luces que tanto ilumina. Condición ésta que obliga a perder a quien la sufre el garbo cordial y amable, perfumado por el viento de su propia libertad. Algo de esto fue lo que le sucedió a Colón.

El navegante genovés no es que estuviera preso de su propia censura, pero obstinado en su decisión, sólo se escuchaba a sí mismo, sin buscar nuevos datos que ratificaran o negaran su creencia. En esto consistió su error, del que por cierto él nunca fue consciente, aunque aquellos eran otros tiempos y entenderlo nos resulta mucho más fácil. Su espíritu aventurero y su deseo de gloria obstinaron al navegante convencido de haber llegado a las tierras que buscaba, cuando sólo era un esclavo de sus creencias y huraño de una mayor información. Colón, dueño y esclavo de su propia verdad, de haber sabido la realidad de todo lo que aquello representaba su alegría entonces hubiera sido mucho más inmensa.

Otro italiano más avezado, uno que pasaba por allí, un tal Américo, libre de amarras y con más amplia perspectiva, con más datos y mejor información, se dio cuenta del alcance y significado de las nuevas tierras descubiertas por su paisano, anotándose él el tanto y logrando pasar a la posteridad al bautizarse el Nuevo Mundo con su nombre de pila, pero adornado con faldas. Un apesadumbrado Colón, enfermo, abatido, pobre y prácticamente olvidado por todos, victima de su propia vanidad, murió con poco más de cincuenta años sin saber el alcance de su descubrimiento. Fue una pena.

El batasuno Barrena, también esclavo de su ignorancia, prisionero de su odio, censurado por si mismo y ajeno al mundo exterior que le rodea, no ve más allá de sus propias orejas, las que le han servido a Baltasar Garzón para mandarlo a la cárcel. Lo que no es una pena.

Mientras tanto, el actor Alberto Sanjuán, reciente Goya a la mejor interpretación, en su más panfletaria actuación pidió en la noche del cine español la disolución de la Conferencia Episcopal. Lo que no sabemos es si es por su esclavitud adoctrinada, o si en agradecimiento a los más de 60 millones de euros recibidos recientemente de los presupuestos del Estado por el cine español. Pero lo que sí es cierto, es que ha sido sin el previo visto bueno de los fieles aficionados al cine, sus confesionales seguidores, que asisten a las plateas de los cines tantas veces desiertas, y que no han marcado la crucecita del IRPF ofreciendo la donación.

Otra vez el anticlericalismo y la amenaza de Pepiño a la Iglesia Católica afloran necesitados del voto fácil que buscan con denuedo, convencidos en la rentabilidad de volver a un pasado avivando el fuego de un odio visceral, cuyo calor bochornoso pretende alejarnos de la realidad agobiante que provoca sofocos para llegar a final de mes y sostener con dignidad la cesta de la compra cada vez más escasa.

Como lo es el problema del agua en nuestra Comunidad cuya solución es tan sencilla como lo es el trasvasar el agua desde donde se pierde hacia donde hace falta, y que se ha convertido en la auténtica prueba del nueve de la solidaridad nacional, por cierto cada vez más en entredicho.

Dejemos abierto nuestro Perol con la esperanza de que por él huyan los amarres que privan la posibilidad de pensar a quienes en su ignorancia solo saben mirar hacia una parte, privando a sus ojos gozar de la entera y verdadera libertad.